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  • Foto del escritorAna Vega Toscano

Dido abandonada







Símbolo clásico, junto a la figura de Ariadna, de la mujer abandonada por su amante, ambas poseen tal cantidad de retratos musicales que intentar rastrearlos nos daría para realizar toda una enciclopedia. Y de paso la posibilidad de escuchar una gran cantidad de obras maestras.


En el libro IV de la Eneida de Virgilio, Dido, reina de Cartago, llega al más alto sacrificio tras el desengaño amoroso producido por el abandono de Eneas, héroe troyano, llamado por el destino a fundar en Italia una nueva y decisiva ciudad para la historia. La leyenda, que sirve para explicar de forma mítica y poética la enemistad entre Roma y Cartago, fija el prototipo de la mujer que, después de su entrega amorosa, se ve traicionada y abandonada. Hacia ella han vuelto una y otra vez su mirada muchos poetas y dramaturgos desde el Renacimiento, en ocasiones variando considerablemente la versión de Virgilio. El mito de Dido ha servido de diálogo amplio entre literatura. música y pintura, en esta última, por ejemplo, con obras maestras firmadas por autores como Rubens, Tiepolo, Sacchi, Guérin o Reynolds. Y en literatura las distintas versiones nos traen nombres igualmente extraordinarios: sólo con mirar a nuestro Siglo de Oro encontramos figuras como Guillén de Castro, pero igualmente rastreamos el tema incluso en el romancero. Todo ello sirve como ejemplo del enorme interés hacia la figura de la trágica reina cartaginesa.

Muy elevado es el número de partituras inspiradas en ella, en algunos casos verdaderas obras maestras de la historia de la música, como la famosa ópera Dido and Aeneas (1689) de Henry Purcell. En este sentido merece mención aparte el libreto del singular Metastasio, Dido abbandonata, que con la música de Sarro se estrenó en 1724: junto al drama Demofoonte se lleva la palma en cuanto a versiones en música realizadas por distintos autores sobre textos del Pietro Antonio Domenico Bonaventura Trapass, conocido como Metastaio. La lista de compositores que musicalizaron este libreto del gran Pietro es literalmente impresionante: Piccini, Alessandro Scarlatti, Paisiello, Porpora, Vinci, Hasse, Gallupi, o Saverio Mercadante, entre muchos, sin citar algunos otros igual de grandes, pero de autoría todavía dudosa.

Ya podemos con todo ello gestionar musicalmente el tema, pero todavía nos quedarían algunas otras interesantes versiones que conocer: entre ellas desde luego el ballet que el valenciano Vicente Martín y Soler compuso en 1792 para el Teatro Kamenniy de San Petesburgo, Didon abandonnée, una obra que, como tantas otras de este gran compositor, merece ser más difundida. En la música española tenemos muchas cuentas que saldar con la obra de una gran cantidad de nuestros compositores del pasado.

Y también dio lugar a obras de gran originalidad de concepto, como la sonata para piano que, con ese tema y título, realizó Muzio Clementi, en la que la forma clásica se fusiona con los predicamentos de la música programática. Se trata de su Sonata op. 50 núm. 3, y permite constatar la importancia para el repertorio de un autor que todos los pianistas conocíamos en nuestra formación principalmente por sus estudios, pero que en la actualidad se integra cada vez más en los programas de conciertos y grabaciones gracias a sus muchas ofertas interesantes en otros géneros pianísticos.


Ana Vega Toscano


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